Coliseo romano

Coliseo romano

domingo, 14 de noviembre de 2010

El nacimiento de Roma

Para conocer la historia de Roma tenemos que remontarnos dos generaciones anteriores Rómulo y remo  y hablar de Numitor su abuelo.
   Numitor hijo de Proca y quizás el undécimo descendiente de Eneas. Era hermano mayor de Amulio, y por tanto le correspondía el trono de Alba Longa, ciudad fundada por Ascanio a comienzos del Siglo XI a. C. Amulio, ambicioso por el trono, desterró a su hermano de la ciudad y mató a sus descendientes masculinos para que no reclamaran el trono, y a su única hija Rea Silvia la introdujo en el culto de Vesta, diosa del hogar, donde una característica principal era el voto de castidad durante 30 años, con la dura consecuencia de ser enterrado vivo si se incumplía esta promesa. Rea Silvia fue violada por Marte, y con él tuvo a los gemelos Rómulo y RemoAmulio, al percatarse de la existencia de herederos al trono, mandó que tiraran a estos al río Tíber, pero un sirviente se apiadó de ellos y los metió en una cesta dejándolos río abajo. Fueron a parar al pie del monte Palatino, donde fueron acogidos por una loba  y que los amamantó  Fueron encontrados por un pastor y su esposa, quienes les cuidaron hasta que crecieron y fueron enterados de su origen. Así, Rómulo y Remo destronaron a su tío abuelo Amulio, devolviendo el poder a su abuelo y auténtico heredero del trono de Alba Longa, Numitor.
Éste, en agradecimiento, les entregó territorios al noroeste del Lacio. Con 18 años (753 a. C.) decidieron fundar una ciudad justo donde la loba los encontró: Remo decía que era un augurio las seis aves que señalaban el monte Aventino, mientras que Rómulo entendió como otro augurio las doce aves que señalaron el monte Palatino. Este último, tras una discusión, decidió marcar los límites de la futura ciudad -pomoerium, la Roma quadrata del monte Palatino- y amenazó con matar a todo aquel que los cruzase. Remo, ebrio, decidió retar a su hermano y los cruzó, argumentando que nunca llegaría a ser rey. Rómulo no lo dudó y acabó con su vida. Arrepentido, decidió enterrar a su hermano en la cima del Palatino y emprendió una nueva etapa como único rey de Roma.
 Rómulo se dio cuenta de que había construido una ciudad en la que apenas había mujer y que la mayor parte de la población eran hombres. Para solucionar esto, Rómulo organizó unas pruebas deportivas en honor del dios Neptuno, a las que invitó a los pueblos vecinos. Acudieron varios de ellos, la Sabinia que eran especialmente voluntariosos y fueron a Roma con sus mujeres e hijos y precedidos por su rey.
Comenzó el espectáculo de los juegos y, a una señal, cada romano raptó a una mujer, y luego echaron a los hombres. Los romanos intentaron aplacar a las mujeres convenciéndolas de que sólo lo hicieron porque querían que fuesen sus esposas, y que ellas no podían menos que sentirse orgullosas de pasar a formar parte de un pueblo que había sido elegido por los dioses. Las sabinas pusieron un requisito a la hora de contraer matrimonio: en el hogar, ellas sólo se ocuparían del telar, sin verse obligadas a realizar otros trabajos domésticos, y se erigirían como las que gobernaban en la casa.
Años más tarde, los sabinos, enfadados por el doble ultraje de traición y de rapto de sus mujeres, atacaron a los romanos, a los que fueron acorralando en el Capitolio. Para lograr penetrar en esta zona, contaron con la traición de una romana, Tarpeya, quien les franqueó la entrada a cambio de aquello que llevasen en los brazos, refiriéndose a los brazaletes. Viendo con desprecio la traición de la romana a su propio pueblo, aceptaron el trato, pero, en lugar de darle joyas, la mataron aplastándola con sus pesados escudos. La zona donde, según la leyenda, tuvo lugar tal asesinato, recibió el nombre de Roca Tarpeya.
Cuando se iban a enfrentar en lo que parecía ser la batalla final, las sabinas se interpusieron entre ambos ejércitos combatientes para que dejasen de matarse porque, razonaron, si ganaban los romanos, perdían a sus padres y hermanos, y si ganaban los sabinos, perdían a sus maridos e hijos. Las sabinas lograron hacerlos entrar en razón y finalmente se celebró un banquete para festejar la reconciliación. El rey de Sabinia Tito Tácio y Rómulo formaron una diarquía en Roma hasta la muerte de Tito.
Según dice la leyenda Rómulo murió en 717 a.C. en medio de una tormenta provocada por su padre: el dios Marte. Este le pidió a Júpiter un lugar para su hijo entre los dioses, y, como Rómulo había hecho construir bellos templos dedicados a Júpiter, éste accedió. Tras este hecho se produjo un año de interregnum y fue su concuñado Numa Pompilio quien le sucedió como rey de Roma.

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